Pakistán liberó hoy a 145 pescadores indios en un gesto de buena voluntad, pese a la tensión bilateral por el caso del presunto espía Kulbhushan Jadhav, condenado a muerte por un tribunal

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Portada 29 Diciembre 2017
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Los trabajadores del mar fueron salieron de la cárcel de Malir y llevados bajo estrictas medidas de seguridad a la estación de trenes Karach Cantonment, desde donde serán enviados a la ciudad de Lahore, explicó un oficial de policía a la televisora Geo News.

De allí partirán rumbo al paso fronterizo Attari-Wagah, donde serán entregados a las autoridades indias.

 

La pasada semana el portavoz del ministerio de Relaciones Exteriores pakistaní, Mohammad Faisal, anunció la excarcelación de un total de 291 pescadores en dos fases, que concluirá el 8 de enero.

El director de la oficina principal de la Fundación Edhi, Faisal Edhi, celebró el hecho y llamó a Nueva Delhi a dar un paso similar.

Arrestar a esas personas y confiscar sus barcos conduce a un aumento de la pobreza entre las comunidades en ambos lados de la frontera, advirtió.

En similar sentido se pronunció el presidente del Foro de Pescadores de Pakistán, Muhammad Ali Shah.

Ambas naciones 'necesitan sentarse juntos para proponer una política de no detención de pescadores', subrayó.

La India y Pakistán arrestan habitualmente a los marinos del otro país que ingresan a sus aguas, ya que la mayoría de ellos laboran en barcos sin tecnología para comprobar su ubicación geográfica.

Dos veces al año Nueva Delhi e Islamabad intercambian la lista de sus respectivos prisioneros, en la mayor parte liberados en períodos de distensión como 'gesto de buena voluntad'.

Ambas naciones mantienen una agria disputa por la dividida región de Cachemira desde 1947, un conflicto que provocó tres guerras y varios choques menores.

Casi 400 pescadores de India, entre ellos nueve adolescentes, están presos en Pakistán pese a que ya cumplieron con creces sus condenas por navegar sin permiso en aguas jurisdiccionales. Su libertad ha sido postergada por los conflictos entre ambos países.

"Cuando regrese, todo el pueblo saldrá a la calle a recibirme", dijo Jayees Babu, de 17 años, con una sonrisa. "Habrá danza, música, comida? ¡día de fiesta!", agregó Visal Ram, de la misma edad.

Estos dos adolescentes viven, junto con otros siete también indios, en la Prisión Central de Karachi. Las penas a las que fueron condenados oscilan entre los siete y los once meses.

"No sé cuándo me liberarán", dijo Chutan Sanji, otro pescador de 17 años. Su amigo y compañero de celda, Depes Bawa, se aleja para ocultar sus emociones. Ambos vienen del poblado indio de Gujrat.

Además de los nueve menores de edad, 385 pescadores de India completaron sus condenas pero continúan en la Cárcel del Distrito de Malir, en esta ciudad portuaria pakistaní.

Ram recuerda el incidente por el cual fue arrestado. "Eran las nueve de la noche. Estaba cansado por el trabajo y escuchaba música en paz. De hecho, estaba escuchando música pakistaní", evocó. De pronto, escuchó el grito: "No se mueva, está arrestado."

"Lo primero que atiné a hacer fue correr y cortar la soga del ancla, pero dos hombres grandes y de uniforme saltaron al bote y me pusieron el revólver en la sien", dijo. Eso fue hace nueve meses.

Su delito fue extraviarse en aguas pakistaníes.

Capturar pequeños botes pesqueros y requisar sus embarcaciones es una práctica habitual de los organismos de seguridad marítima de los dos países en los últimos 20 años.

"La pena puede ser de uno o dos años de cárcel, pero rara vez los liberan antes", dijo Mohammad Ali Shah, del no gubernamental Foro de Pescadores de Pakistán (PFF, por sus siglas en inglés). "Estos pobres hombres llevan sobre sus espaldas la pesada relación de amor odio entre los dos países. Los dejan presos durante años."

Un pescador pakistaní estuvo en prisión más de 15 años. "Su familia quedó viviendo en la pobreza más abyecta. Su madre lloró hasta quedar ciega", sostuvo Shah.

Mientras, los dos gobiernos se muestran indiferentes ante tanto sufrimiento, según el activista. Los pescadores pierden la libertad, sus únicos medios de sustento son destruidos y quienes dependen de su trabajo para sobrevivir quedan en la miseria. Y el costo de cada bote es de entre 3.000 y 3.600 dólares.

En otros tiempos, los pescadores trabajaban sin tanto temor a ser capturados.

"Hasta 1965, casi dos decenios después de la independencia" de India y Pakistán, "nunca hubo capturas de pescadores por parte de ninguno de los dos países", afirmó Shah.

De 1988 en adelante, hubo capturas pero pronto se los liberaba en intercambios de presos, "sus pescadores contra los nuestros", señaló.

"El procedimiento estaba organizado con justicia. Los botes eran liberados, se los reparaba. La agencia marítima pakistaní los entregaba a la guardia costera india", indicó.

Pero hace algunos años, los botes comenzaron a ser requisados y nunca fueron devueltos. Los pescadores indios detenidos, luego de ser liberados, eran llevados a una ruta por tierra y debían atravesaran largos tramos hasta sus poblados costeros.

Shah estimó que hay unos 250 botes indios en muelles de Karachi. "La agencia de seguridad marítima los remata, al igual que las redes y todo el equipamiento. Sin embargo, quedan algunos en estado calamitoso. Muchos no pueden ser reparados", dijo.

El activista no sabe de ningún pescador pakistaní que haya adquirido un bote indio. "Pero sí he visto piquetes de la guardia costera que los usaban", se lamentó.

El intercambio de pescadores presos también se interrumpió, a medida que las relaciones entre los dos países se volvían más y más tensas.

Indios y pakistaníes tienen mecanismos distintos de trabajo pesquero. Los de Pakistán viven en comunidades y comparten sus botes, así como los ingresos, que se comparten equitativamente. Mientras, la mayoría de los de India son asalariados. Son contratados por mes por los propietarios de las embarcaciones.

Para los pakistaníes, entonces, caer presos en India supone perder el bote y, por lo tanto, la captura, lo que obliga a la comunidad a contraer fuertes deudas. Para los indios, caer presos en Pakistán supone perder el sueldo y el sustento de sus familias.

Babu y sus ocho jóvenes compañeros de prisión no perdieron los botes, sino parte de sus vidas. "Sólo estábamos tratando de vivir honestamente", cuando otros que están presos en la misma cárcel de Karachi "intentaban ganar dinero fácil mediante el delito", afirmó.

"Nunca había estado antes en una cárcel de India, ni siquiera en una comisaría", dijo Bawa.

Ram aseguró que todos los jóvenes pescadores son tratados como "criminales duros" por la policía, del mismo modo que los condenados por robo a mano armada o asesinato.

Estos nueve pescadores indios comparten celdas con otros 26 menores de edad pakistaníes en conflicto con las leyes. El clima es de animosidad entre los de uno y otro país.

Arwin Vasram, de 16 años, lloraba mucho cuando fue apresado. "Pero ahora soy mucho más fuerte", dijo. Kalu Ramzi, de 14 años, no puede decir lo mismo. Es el más joven de los nueve. "Durante tres meses no hacía más que llorar. No podía comer, mirar televisión ni jugar con nosotros", recordó Ram.

Ramzi dice que nunca volverá a pescar. "Prefiero trabajar en los campos", sentenció. Pero para Baana Bhagwan, de 17 años, esa alternativa no existe. "El trabajo agrícola siempre está disponible, pero no es suficiente cuando hay muchas bocas que alimentar", sostuvo.

El trabajo campesino aporta un salario mensual de unas 1.800 rupias indias (equivalente a 21,64 dólares), y la pesca, uno de hasta 6.000 rupias (unos 128 dólares), explicó.

Vasram podía mantener a su padre enfermo. El trabajo de Babu sirvió para pagar la dote de su hermana casadera, comprar un televisor y un reproductor de DVD. Pero aun así planea no volver a pescar nunca más.

Pero ninguno de los nueve sabe cuándo podrán salir de la cárcel. Tampoco el superintendente del establecimiento, Ashraf Nizamani. "Los retrasos indebidos nos sobrecargan. Nuestras prisiones están superpobladas", dijo.

"Podrán salir cuando India nos devuelva a nuestros pescadores", declaró Mohammad Asif, superintendente asistente de la Escuela Industrial de la prisión donde estudian los menores pescadores.

"Nosotros los consideramos como si fueran huéspedes, pero nuestros pescadores son tratados de forma inhumana. ¿Por qué nadie escribe sobre estas atrocidades?", replicó Asif.