Entre Noruega y Groenlandia, en la cuenca euroasiática occidental, las corrientes del Atlántico fluyen al Ártico a una profundidad de entre 200 y 250 metros y son unos 4ºC más cálidas que la superficie del agua.

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Reportajes 08 Abril 2017
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Un nuevo enemigo está debilitando el hielo flotante del Océano Ártico: el calor desde abajo.

Un equipo internacional de científicos ha hallado otro preocupante indicador del cambio climático: el océano Ártico es cada vez más cálido y en el proceso se está "atlantificando". Concretamente, la cuenca euroasiática oriental tiene ahora menos hielo y muestra una mezcla de capas de agua verticales, un fenómeno común en el Atlántico. 

El sondeo de las profundidades del Océano Ártico desde 2002 han revelado corrientes cálidas procedentes del Océano Atlántico que durante la última década han estado contribuyendo a estimular la dramática retirada del hielo marino. El nuevo estudio revela esta "atlantificación" del Océano Ártico como un nuevo y potente causante del deshielo, junto al aumento de las temperaturas del aire.

El artículo revela "un enorme cambio" en el comportamiento del océano Ártico en un breve período de tiempo, dice Finlo Cottier, oceanógrafo de la Asociación Escocesa para la Ciencias Marinas en Oban quien no ha formado parte del equipo. "Estamos viendo cambios en una cuenca oceánica a una escala de tiempo generacional o inferior," añade.

En las profundidades del Ártico hay una dorsal oceánica (cresta de Lomonósov) que divide la parte principal del océano Ártico prácticamente por la mitad: la cuenca amerasiana, en la parte de América del Norte, y la cuenca euroasiática, al norte de Europa y gran parte de Asia.

Ambas cuencas están perdiendo hielo rápidamente. Por todo el océano Ártico, el hielo está desapareciendo al sorprendente ritmo de un 13 por ciento por década desde que hay datos disponibles por satélite. El hielo también ha perdido 1,7 metros de espesor desde la década de 1970.

Se sabe desde hace tiempo que la corriente del golfo desplaza una gran masa de agua cálida procedente del golfo de Mexico al Atlántico impidiendo la formación de hielo en el norte de Escandinava, en la parte occidental de la cuenca euroasiática. Los datos por satélite revelan que, por lo general, el hielo marino prevalece más en la parte oriental de la cuenca, al norte de Siberia. Sin embargo, durante la última década, el hielo también ha empezado a desaparecer aquí. Solía sobrevivir a los veranos soleados, permitiendo que se acumularan varios años de crecimiento del hielo.

Ahora, el hielo de funde en verano, haciendo que el tiempo total sin hielo flotante en la región haya pasado de menos de 1 mes al año a más de tres.

Para comprender esta nueva tendencia, los científicos en 2002 empezaron a instalar sensores en líneas ancladas al suelo de la cuenca euroasiática. El equipo contaba con un total de nueve de estas líneas, datos por satélite y sensores atornillados por debajo del hielo a la deriva y a lo largo del hielo congelado en la orilla. Cuando recuperaron los datos de estas líneas en 2015, los científicos hallaron que el océano Ártico había experimentado un dramático cambio durante la década anterior, en especial durante el invierno.

Entre Noruega y Groenlandia, en la cuenca euroasiática occidental, las corrientes del Atlántico fluyen al Ártico a una profundidad de entre 200 y 250 metros y son unos 4ºC más cálidas que la superficie del agua. En invierno, el aire frío enfría las aguas de la superficie hasta que se hunden y se mezclan con las aguas cálidas de debajo. Eso crea un océano en general más cálido y bien mezclado por encima de los primeros 250 metros y con poco hielo marino.

Sin embargo, en el lado oriental de la cuenca, las aguas cálidas del Atlántico eran "mantenidas a raya", hasta ahora. Las corrientes subyacían a una profundidad de unos 150 metros, pero no se mezclaban mucho con las capas superficiales debido a una barrera llamada haloclina - una barrera que separa las aguas profundas saladas y el agua más dulce en la superficie. El agua salada es más pesada y cuando cae se crea un océano muy estratificado.

"Anteriormente, el agua cálida del Atlántico estaba bien protegida de la superficie por la haloclina," dice Igor Polyakov, oceanógrafo de la Universidad de Alaska en Fairbanks, quien ha liderado el estudio. "Los nuevos datos revelan que esta capa ha desaparecido en invierno."

El resultado, dice, es un aumento de la "atlantificación" del Ártico, donde el lado oriental de la cuenca euroasiática se parece cada vez más al lado occidental, informa el equipo.

Polyakov dice que se ha reducido el número de capas distintas definidas por la temperatura y la salinidad en el océano. El consiguiente aumento de mezcla de nutrientes entre estas capas podría provocar cambios en el ecosistema local. Además, a medida que el agua más cálida procedente de capas más profundas se mezcla con capas superiores tradicionalmente más frías se impide la formación de hielo, incluso en los meses de invierno.

La parte superior de las aguas del Atlántico, según uno de los sensores, había subido de una profundidad de 140 metros en invierno de 2003-2004 a una profundidad de 85 metros en solo una década. Sin la formación de hielo para crear la haloclina, dice, el océano se mezcla más y se forma menos hielo.

En el lado oriental de la cuenca Euroasiática, dicen Polyakov y sus colegas, las temperaturas del aire fueron el principal culpable del deshielo en la década del 2000. Ahora sin embargo creen que las temperaturas del aire y las aguas cálidas comparten parte de culpa por igual.

Polyakov dice que está en marcha un proceso positivo de retroalimentación en el cual menos hielo marino de verano culminará en aguas de invierno más cálidas y menos hielo de verano en los años siguientes.